05. Febrero. 2008
Y se dejó llevar…
De pronto Él se sentó a su lado interrumpiendo lo que ella estaba haciendo.
-¿Te molesto? – Preguntó Él mirándola directamente a los ojos, Ella no le desvió la mirada.
- No, para nada. Estaba…
- Ya sé, pensando. Imaginando realidades inexistentes ¿no? Siempre lo haces. – Ella lo miró sorprendida. En su vida hubiera creído que Él supiera algo de Ella.
- Claro, es una forma para que yo pueda alejarme de la realidad que me rodea…
- ¿De qué huyes?
- ¿Huir? No, de nada en particular…
- Entonces ¿cómo es que te alejas de la realidad?
- Sólo me alejo de ella, nada más.
- ¿Y cuál es tú realidad?
Ella lo observó. En sus pensamientos sólo estaba la idea de alejarse de Él lo más rápido posible, ya los demás estaban empezando a notar que ellos estaban juntos y Ella no quería que hablaran. Se levantó.
- Voy a tomar aire. Nos vemos. – Ella salió por la puerta grande de la derecha y salió al patio, pero al dar media vuelta vio que Él salía por la puerta chica del fondo para ir a buscarla. No le quedaba otra que enfrentarlo, ya llevaba demasiado tiempo evitándolo, tenía que enfrentarlo. Se sentó y comenzó a mirar las estrellas esperándolo a Él.
- Así que yo soy tu realidad ¿no? – Él se quedó de pie frente a Ella esperando una respuesta. Ella bajó la vista del firmamento y clavó sus ojos en los de Él.
- A veces pienso que es mejor quedarse callada cuando una no tiene nada que decir.
- Pero ese no es tu caso ¿o me equivoco? El problema es que tú tienes demasiadas cosas que decir, pero no puedes. Te da miedo.
Ambos se miraban directamente a los ojos y ninguno denotaba alguna expresión.
- ¿Me estás diciendo cobarde? – Preguntó Ella en un tono de voz que notaba indignación. Jamás la habían llamado cobarde. Pero en el fondo, muy en el fondo, Ella sabía que lo era.
- Sí. – Dijo Él firme. No iba a darle tregua. Ella llevaba demasiado tiempo evitándolo, tenía que saber el porqué.
- Pues para que lo sepas, no soy una cobarde. – Le respondió Ella con convicción. Sabía muy bien que podía controlar sus sentimientos y que ninguna vez éstos le habían fallado y no lo iban a hacer ahora. Ahora menos que nunca… ¿cierto?
- Demuéstralo entonces. – La desafió.
- ¿A ver? ¿Cómo?
- Dime lo que todos andan diciendo, el porqué de que ya no nos hablamos como antes y tú te vas apenas llegas a mi lado. Pero dímelo mirándome a los ojos.
Ella levantó una ceja sin dejar de mirarlo. Por fuera estaba tranquila, pero por dentro un fuego le carcomía el pecho, un fuego que no se apagaba y que le estaba quemando el corazón.
- No ha y ninguna razón para que tú y yo ya no hablemos, no se había dado el momento, eso es todo. Y lo que todos andan diciendo por ahí es una vulgar mentira, a mi me resbala todo chisme. Con tal de que tú y yo sepamos que entre nosotros no hay nada, todo para mí está OK. ¿Está claro?
- ¿Lo sabemos? – preguntó Él, dispuesto a no terminar la conversación hasta saber el porqué de ese absurdo alejamiento.
Ella vaciló y Él lo notó, pero rápidamente Ella adoptó la actitud fría de siempre.
- ¿Sabemos qué?
- ¿Realmente sabemos qué hay entre tú y yo?
- ¿Hay? No. Había.
- Y eso es lo que necesito saber, ¿por qué ya no hay nada entre nosotros, ni siquiera aquella amistad que teníamos?
- Cambié, eso es todo. – dijo Ella levantando los hombros.
- No me mientas. – Le respondió Él. Ya estaba perdiendo la paciencia.
- No lo hago.
- Cobarde.
- Cállate. ¿Qué sabes tú lo que pasa por mi mente?
- Sé, por ejemplo, que me miras cada vez que estoy hablando con otra, que no te vas de las reuniones hasta que lo hago yo, que tratas de pasar por mi lado para que note tu presencia, porque tú me amas, ¿no es así?
Ella tragó saliva.
- ¿Có… cómo se te ocu…ocurre algo a… así? – las palabras apenas salían de su boca. “Cálmate” se repetía una y otra vez, no podía echarse al agua, menos ahora… no ahora que casi había logrado encerrar esos sentimientos que empezaron a surgirle hace meses, aquellos sentimientos que la hicieron alejarse de Él, de esos sentimientos que sólo le habían causado daño. Tenía que ponerles el candado ahora. Respiró hondo. – Jamás vuelvas a repetir algo así, ¿de acuerdo?
- ¿Por qué no? ¿Te da miedo lo que sientes por mí?
Ella se puso de pie y quedaron cara a cara. De atrás se oyeron murmullos y algunos curiosos salieron a mirar para volver a entrar y contar lo que acababan de ver. “Intrusos” pensó Ella. “Chismosos” pensó Él.
- Mira. Vamos a dejarlo así. Tú no quieres que hablen de ti ni yo de mí. Así que…
- Jamás, ¿me escuchaste? Jamás vuelvas a poner palabras en mi boca.
- ¿¡Es que no entiendes!? – Le susurró Ella - ¡¡No puedo!!
- ¿No puedes qué?
Ella apretó los labios. No podía salir nada de su boca o todo se echaría a perder. El corazón le latía muy rápido y en sus ojos aparecieron algunas gotas de cristalinas lágrimas. Bajó la cabeza esperando a que Él se aburriera y la dejara en paz, pero Él no se movía.
- A mí me da igual lo que digan los demás. A mi me importa lo que yo cera. Nada más. – Le dijo Él.
- ¿Y qué es lo que crees? – Le preguntó Ella sin levantar la vista
- Creo que te amo…
Ella subió la cara y Él notó cómo lloraba.
- No digas eso… tú no sientes eso, a lo mejor te confundiste y crees que me amas, pero yo estoy segura de que no es así, tú deberías hacer lo mismo que yo y…
- ¿Y arrancarme? – La interrumpió. – No, jamás lo haría. No podría.
Ella lo miró fijamente. ¿Cómo podía ser tan valiente? ¿Cómo se arriesgaba así, por ella? Ella negó con la cabeza.
- Hablemos otro día, ahora no… - Ella intentó irse, pero Él la tomó por los hombros.
- Tú no te mueves de aquí hasta que me digas la verdad.
- Déjame por favor… - Le suplicó Ella.
- ¿No ves que no puedo?
- Sí. Ambos podemos… yo lo he estado haciendo y…
- ¿Y estás cómo estás no? – Él negó con la cabeza. – Ahora me vas a decir la verdad.
- ¡No hay verdad! ¡Entiende de una vez por todas! – Ella bruscamente se soltó de Él y se alejó.
- ¡Te amo! – Le gritó Él. Ella se detuvo en seco. Su corazón la presionaba para gritarle a Él todo, pero no podía, no debía hacerlo…
- No me hagas esto por favor… - le dijo Ella volviendo su cara hacia Él.
- Tú no nos hagas esto a nosotros. – Le dijo Él acercándose nuevamente hacia Ella.
- ¿¡Qué no entiendes que no existe un nosotros!? – Él se acercó tanto a Ella que ambos pudieron notar una agitada respiración. Ella bajó la vista.
- Mírame y dime que te deje en paz – le susurró Él.
- Sabes muy bien que no puedo… - le respondió Ella y volvió a mirarlo. Entonces Él se atrevió y la besó.
- No… - dijo Ella tratando de soltarse. Pero ya no podía pelear más con su corazón, así que simplemente se dejó llevar…
Fin.
Belén Farfán.
A aquel que estoy segura me quiere, pero aún no se da cuenta.
1 comentario:
Bueno aquie está a primera.... tadavía no entiendo much de esto, pero espero que mas adlnate vaya aprendiendo. Xd
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